Invasores e invadidos
Una visión histórica.
Manuel Rivero Sanabria
Los pasados comicios presidenciales dejaron un claro panorama político en Venezuela.
Por una parte aquellos quienes apoyan el gobierno bolivarista de Hugo Chávez, representan un poco mas de la mitad del electorado y por la otra, la oposición democrática que fue unificada bajo la coordinación de la Mesa de la Unidad y luego motivada, en su participación electoral, por Henrique Capriles durante su campaña.
Dos polos que abrazan visiones totalmente opuestas de la sociedad.
Aquellos que se aferran a la muy ancestral tradición del caudillismo militarista, con desviaciones autoritarias que en estos tiempos se disimulan tras un ropaje falaz de democracia. Inclinados a la solución mesiánica, a la dádiva gubernamental, alimentados de un resentimiento casi genético que brota, por épocas, en nuestra convulsionada convivencia. Son los mismos actores que surgen y se desvanecen luego, entre el caos de la guerra y el pillaje, en los casi 500 años de historia venezolana. Incapaces de contener la impaciencia de la reivindicación. Poco dados a la ciudadanía y mas bien entregados a la anarquía suicida. En su propio territorio, en su propio país, ante sus propios conciudadanos, juegan el papel de invasores. Pasando sobre derechos individuales y colectivos. Pisoteando, con desprecio retador, normas elementales de convivencia. En actitud de imponer sus razones sin temor a consecuencias porque se sienten superiores.
Son los mismos que alimentó el culto bolivariano de Antonio Guzmán Blanco, el gran hegemon de la política venezolana en el siglo XIX. Descubriendo, el "Ilustre Americano", los réditos que podía significar jugar el papel de "gran sacerdote" del culto al "Padre Simón Bolívar". Hasta transformó una iglesia caraqueña en templo para adorar los huesos del prócer. Desde entonces, la manipulación grotesca del relato de la guerra de independencia, coloca a esa etapa de nuestra historia plagada de super hombres, capitaneados por un semi dios que rige, aún, los destinos de Venezuela. Una referencia que condiciona al común de los ciudadanos en minusvalía frente al prócer. Posición inalcanzable para aquellos que si construyen patria cotidianamente con su trabajo y esfuerzo.
La otra mitad del país, empeñada en transitar la vía del progreso y sana convivencia entre iguales. Dispuesta a sacrificar cuotas de beneficio personal en aras del colectivo. Prestos a someterse al imperio de la ley, con la consecuente armonía social. Sin imposiciones a la fuerza sino razonamientos lógicos que permiten el libre flujo de ideas y posiciones políticas. Los hijos del debate civilista y republicano, donde el "parlamento" entre demócratas es fuente de armonía y consenso. Son ellos los invadidos, los atropellados, los sometidos a la imposición grosera del autoritarismo devenido en arbitrariedad.
En el pasado la exacerbación de estas posiciones ha traído desgracia y dolor para todos. ¿Porque se juega, irresponsablemente esta carta perdedora en momentos críticos de nuestra nación?
Isla de Margarita, 9 de Octubre de 2012.
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