Frente al destino de Venezuela.
A pocas horas del encuentro con nuestro destino como democracia, debo refleccionar sobre la trascendencia de esta elección.
En primer lugar ha sido largo y doloroso el camino recorrido desde 1998, cuando en un golpe de suerte, causado por la miopía del liderazgo político venezolano, a la cabeza del cual estuvo Rafael Caldera -con su insaciable apetito de poder- asumió el poder Hugo Chávez. A partir de ese momento se inició, sistemática y decididamente la destrucción de nuestro sistema de gobierno. Un plan desarrollado desde el Foro de Sao Paulo -donde los intereses egemónicos de Brasil prevalecen- con el concurso del régimen castrista de la Cuba sometida.
Hoy tenemos una realidad institucional extraña a nuestros valores tradicionales. Reflejo de un poder hegemónico, segregacionista y promotor de la anarquía para su sobrevivencia. La fuerza armada, referencia de viejas glorias, ha quedado convertida en un simple y rastrero apéndice de un partido político alucinado en sus odios y rencores.
Ahogados en la desesperante realidad de una delincuencia desatada, sin control de ninguna naturaleza, quizás hasta aupada por una macabra estrategia diseñada desde el centro del poder. Degradados en la calidad de vida por los pésimos servicios públicos, el desabastecimiento y la peor inflación jamás experimentada. Con la infraestructura vial, educativa y sanitaria en el suelo. Hemos sido testigos de la destrucción material y espiritual de una nación.
Pero quizás lo mas doloroso es la separación de familias, el éxodo masivo -por primera vez en nuestra historia- de los jóvenes y otros no tanto, pero con igual capacidad de creatividad y empeño de superación, que han sido rechazados por esta dura realidad que soportamos. El distanciamiento, por razones políticas, de amigos y parientes que hoy se rechazan separados por los insultos y descalificaciones proferidas. Siguiendo el ejemplo del verbo soez del caudillo ramplón, que durante interminables oportunidades, desde la tribuna del abuso nos exposo a los mas bajos instintos.
Llegó la hora de las definiciones, de marcar el "hasta aquí", porque mañana tomamos la decisión definitiva.
Dios nos acompañe
En primer lugar ha sido largo y doloroso el camino recorrido desde 1998, cuando en un golpe de suerte, causado por la miopía del liderazgo político venezolano, a la cabeza del cual estuvo Rafael Caldera -con su insaciable apetito de poder- asumió el poder Hugo Chávez. A partir de ese momento se inició, sistemática y decididamente la destrucción de nuestro sistema de gobierno. Un plan desarrollado desde el Foro de Sao Paulo -donde los intereses egemónicos de Brasil prevalecen- con el concurso del régimen castrista de la Cuba sometida.
Hoy tenemos una realidad institucional extraña a nuestros valores tradicionales. Reflejo de un poder hegemónico, segregacionista y promotor de la anarquía para su sobrevivencia. La fuerza armada, referencia de viejas glorias, ha quedado convertida en un simple y rastrero apéndice de un partido político alucinado en sus odios y rencores.
Ahogados en la desesperante realidad de una delincuencia desatada, sin control de ninguna naturaleza, quizás hasta aupada por una macabra estrategia diseñada desde el centro del poder. Degradados en la calidad de vida por los pésimos servicios públicos, el desabastecimiento y la peor inflación jamás experimentada. Con la infraestructura vial, educativa y sanitaria en el suelo. Hemos sido testigos de la destrucción material y espiritual de una nación.
Pero quizás lo mas doloroso es la separación de familias, el éxodo masivo -por primera vez en nuestra historia- de los jóvenes y otros no tanto, pero con igual capacidad de creatividad y empeño de superación, que han sido rechazados por esta dura realidad que soportamos. El distanciamiento, por razones políticas, de amigos y parientes que hoy se rechazan separados por los insultos y descalificaciones proferidas. Siguiendo el ejemplo del verbo soez del caudillo ramplón, que durante interminables oportunidades, desde la tribuna del abuso nos exposo a los mas bajos instintos.
Llegó la hora de las definiciones, de marcar el "hasta aquí", porque mañana tomamos la decisión definitiva.
Dios nos acompañe
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