A proposito de la compra de la CADENA CAPRILES

Recuerdan lo que dijo Cristo: “Más fácil será que un camello entre por
el ojo de una aguja a que un rico entre al reino de los cielos”.
“Nosotros no queremos ser ricos, ser rico es malo”, dijo en un Aló,
Presidente el fallecido mandatario Hugo Chávez, aunque no todos sus
seguidores parecen haberlo entendido. Diego Antonio Salazar Carreño,
hijo del exguerrillero, exconstituyentista y miembro fundador del
Movimiento Quinta República (MVR) Diego Antonio Salazar Luongo, es uno
de ellos, sin olvidar a su primo y patrocinador Rafael Ramírez.
Más allá de haber crecido en un modesto apartamento en Parque Central
y haber empezado a ganarse la vida vendiendo seguros en la calle,
Diego Salazar Carreño, a diferencia de su padre, no ha pasado trabajo.
Es “Dieguito” el único hijo varón. Ahora nada en la abundancia sin
haber tenido que sudar mucho, pues ni siquiera se preocupó por sacar
una carrera universitaria.
Mientras su padre estudio Medicina en la Universidad Central de
Venezuela (UCV), lideró luchas estudiantiles contra la dictadura de
Marcos Pérez Jiménez, lo que le costó su libertad y crueles torturas,
se destacó como escritor e hizo una vida política durante los primeros
años de Gobierno de Hugo Chávez, hasta su muerte en 2003; el ahora
boliburgués, apodado el “Rojo de Oro” saltó a tener una vida de
príncipe –aunque sin mucho refinamiento- gracias a haber sido
beneficiado con los contratos de seguros de PDVSA, en la que su primo
hermano Rafael Ramírez es amo y señor. A partir de allí, su vida
comenzó a ser la de una celebridad de Hollywood.
CONTRASTE REVOLUCIONARIOS
A quien más le ha asombrado ese contraste es a Douglas Bravo, su
padrino de bautizo, quien fuera compañero de lucha de su padre cuando
estaban en la guerrilla. “Cuando algún camarada me pregunta sobre
aquellos años de luchas clandestinas que por la igualdad social y la
distribución de la riqueza petrolera, irónicamente pienso en mi
ahijado Diego Salazar Carreño, hijo del difunto Diego Antonio Salazar
Luongo, fundador e ideólogo del extinto MVR. Dieguito, el carajito, es
uno los afortunados casos que pueden dar fe, de que la promesa del
patriota del 4 de febrero de 1992, de generar prosperidad y riqueza
para los venezolanos, se hizo realidad. Pero a una reducida escala de
beneficiarios, aduladores y parásitos del régimen”, así comienza un
artículo que hizo público Douglas Bravo sobre su elitesco ahijado.
El citado texto hace referencia a los inicios de Diego Salazar Carreño
en los negocios que, si no hubiera sido por la llegada del régimen
chavista, aún estuviera en la calle vendiendo seguros. Precisamente
cuando comenzaba el Gobierno de Hugo Chávez aprovechó los contactos
con Luis Miquilena para buscar “guisos” en los cuales incursionar. “Mi
ahijado de bautizo, aprendió a vender seguros con su padre, pero su
meta era ser cantante. Dieguito era un bohemio. No se graduó de nada.
En el naciente Gobierno revolucionario, comenzó a utilizar los
contactos para hacer negocios”.
Fue así como luego de lograr contratos con PDVSA a través de su primo,
nada más y nada menos que el presidente de la estatal petrolera, una
de las más importantes del mundo, sus gustos empezaron a ser más
exigentes de manera vertiginosa. El lugar al que merecía pertenecer
era el Caracas Country Club, y allí fue a parar, aunque a la hora de
comprar acciones en el cerrado círculo de familias de abolengo no fue
muy bien recibido. Su maniobra para lograr aceptación fue muy
inteligentemente pero lógicamente costosa. Con el oportuno lobby de
algunos amigos de ocasión (Bobby Pocaterra, Tite Oteyza Scull y
Fernando Sozaya Iturbe, quien para ese entonces era presidente de la
junta directiva) y del desinteresado obsequio a cada uno de los 10
miembros de la Junta Directiva, de un Rolex Day Date de oro amarillo,
en el Caracas Country Club, de la noche a la mañana, empezaron a tener
simpatía por el color rojo, y Diego Salazar Carreño empezó a codearse
con los llamados amos del valle.
ABUNDANCIA, LUJOS Y EXCENTRICIDADES
El “Rojo de Oro” dio un espectacular salto olímpico cuando paso de
vivir en un modesto apartamentico en Parque Central, a comprarse casi
todos los apartamentos del lujoso conjunto residencial Corteza de la
urbanización Campo Alegre, una de las más caras de Caracas, donde
adquirió además varias oficinas en la Torre Edicampo de la misma
urbanización, para su holding empresarial de intermediación de
negocios de alta factura con organismos del Estado, llamado
“Inversiones y Asesorías Inverdt S.A”, así como la Fundación Diego
Salazar, que siempre son buenas para evadir obligaciones fiscales.
También tiene mansiones en Estados Unidos y Europa.
Como todo nuevo rico, lo deslumbra el lujo, las fiestas fastuosas y
las excentricidades. Su sueño de ser cantante de salsa y lanzar un
disco lo logró, pero no tocando puertas a productores como a la
mayoría le ha tocado, sino sacando el dinero de su propio bolsillo
para intentar escalar la fama. El año 2010 lo cerró con la
satisfacción de que su primer sencillo promocional “Amor de mis
amores” logró la posición número dos del renglón de Salsa del Record
Report, luego de sonar insistentemente en las emisoras del país
durante varias semanas. El tema está incluido en su primera producción
discográfica como solista, titulada Piensa en mí, en la cual rinde
homenaje al compositor mexicano Agustín Lara. Le imprimió su sello
particular a la canción al decidir grabarla en compañía de su hijo de
siete años, Diego, quien desde muy pequeño le ha manifestado a su
padre el deseo de convertirse, algún día, en un intérprete reconocido.
Patrocinio no le faltará.
Tiene contratada una banda de 50 músicos, quienes cobran en dólares,
los cuales no los debe comprar a mercado negro, seguramente. Su
ostentoso nivel de vida ha sido valorado en unos 500 millones de
dólares mensuales por personas que lo conocen bien. En sus ostentosos
banquetes no falta una colección de vinos Château Lafite Rothschild,
Petrus Pomerol, Romanée-Conti, Château Margaux. En la sección de
champagne no faltan Perrier Jouet o el Dom Pierre Pérignon y para los
paladares criollos wiskiceros el Johnnie Walker Blue Label y Buchanans
Red Seal. Eso sin olvidar los elaborados menús realizados por su cheff
privado.
A través de su fundación tiene una agrupación de salsa sin fines de
lucro, la Orquesta Fundación Diego Salazar, la cual cuenta con casi un
centenar de músicos, y está dirigida por Enrique “Culebra” Iriarte,
expianista y arreglista de Oscar D’León. La fundación cancela un
salario a cada músico de unos 15 mil bolívares, ubicándose la nómina
total de la función en aproximadamente un millón de bolívares, sin
incluir viáticos y demás beneficios de ley, y sin contar el sueldo del
director que ronda los cien mil bolívares.
Al joven boliburgués le encanta la fiesta, el derroche y los lujos. Su
lugar favorito para vacacionar es la ciudad de Dubai, adonde se
traslada en su avión privado, con mucamas, chefs y escoltas. Es
considerado uno de los mejores clientes en el Burj Al Arab, el único
hotel siete estrellas del mundo, el lugar favorito en el Medio Oriente
de jeques árabes, personalidades de la realeza y celebridades.
PerfilDiego Antonio Salazar Carreño, apodado como el “Rojo de Oro”, es
hijo de Diego Antonio Salazar Luongo, ex guerrillero, quien fuera
miembro fundador del Movimiento Quinta República (MVR) y fue además
diputado a la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la
Constitución de 1999. Por parte materna es primo hermano de Rafael
Ramírez Carreño, ministro de Energía y Petróleo y presidente de PDVSA.
Diego Salazar hijo ha tenido desde niño inclinaciones por la música.
Sacar una carrera universitaria no estaba dentro de su proyecto de
vida, así que se conformó con ser vendedor de seguros hasta que le
llegara un golpe de suerte con sus dotes artísticos. El talento no le
ayudo mucho a alcanzar ese sueño, pero la vinculación política a
través de su padre y las buenas relaciones con su primo mayor han sido
suficientes para que la plata no le falte.


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