“El País” logra el mejor retrato de Merentes
20 Jul 2013
NELSON MERENTES | MINISTRO DE FINANZAS
Un pragmático contra el caos
El ministro de Finanzas venezolano es dicharachero, jugador de dominó y amante de los deportes
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“Un aplauso para Nelson Merentes, que está echando pa’lante la economía nacional”, pidió el presidente de Venezuela,
Nicolás Maduro, a los cerca de 10.000 delegados del oficialista Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que se reunieron el pasado 6 de
junio en el Poliedro de Caracas, el mayor recinto para espectáculos de
la capital venezolana. Los presentes no le regatearon ese reconocimiento
al matemático de 59 años, nombrado ministro de Finanzas por Maduro a
fines de abril. Pero, por justo que fuera, el tributo debió resultarle
algo agrio a Merentes. Apenas minutos antes, el Banco Central de
Venezuela (BCV) —el semiautónomo rector de la política monetaria que él
mismo justo dejaba de dirigir, tras cuatro años de gestión— anunciaba un
nuevo y preocupante dato de inflación.La cifra, escandalosa, condensaba la magnitud de los retos que Merentes enfrenta: la mayor inflación del hemisferio, la caída en picado del valor de la moneda, la falta pertinaz de bienes de consumo y de divisas para importarlos, un déficit público abultado y la desenfrenada exigencia de más recursos para financiar la dadivosidad del Estado bolivariano en un año electoral. En suma, a Merentes se le ha encargado salvar de la bancarrota a un país que ingresa como promedio unos 100.000 millones de dólares al año por venta de petróleo y derivados.
Por empinada que sea la tarea, pocos en el Gobierno de Maduro parecen mejor dotados para sobrellevarla con éxito que Merentes. Ya se desempeñó en dos ocasiones como ministro del área con Hugo Chávez en la presidencia. Pero su notoriedad inicial la debe a una fórmula estadística que ideó para la conformación de las listas del chavismo para las elecciones de diputados de la Asamblea Constituyente de 1999. El ardid matemático, bautizado popularmente como “el Kino Chávez”, mostró su eficacia cuando, con el 60% de los votos, los revolucionarios conquistaron 119 de 125 escaños disponibles por elección directa.
Quienes lo conocen de cerca, lo definen como la quintaesencia del venezolano: dicharachero, jugador de dominó, amante de los deportes, informal en el trato. Se atribuye a sí mismo una vieja militancia en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en los años setenta y cursó estudios de posgrado en Hungría, en el ocaso del socialismo real.
El rasgo principal que tirios y troyanos le endilgan es el del pragmatismo. Desde que se hizo cargo del ministerio, se ha dado a la tarea de reunirse con casi 3.000 empresarios, sin que por ello abjure de sus convicciones políticas. A todos les viene ofreciendo facilidades que jamás se habían escuchado de portavoz alguno del bolivarianismo.
Sin duda las circunstancias obligan a aparcar los gestos de autosuficiencia revolucionaria. Pero no a cualquier cuadro del chavismo le habría sido posible asumir semejante tarea. A Merentes ello no solo le tiene sin cuidado, sino que forma parte de su manera de ser. Durante su presidencia en el BCV (2009-2013), recibía en su despacho a personalidades de todos los sectores. Se sabe que cuando, en 2012, bandas armadas cercanas al oficialismo causaron destrozos en las instalaciones de la Universidad Central de Venezuela (UCV) —de cuya Facultad de Ciencias Merentes egresó y de la que sigue siendo docente e investigador—, el entonces presidente de la autoridad monetaria del país destinó una donación a la institución, contrariando así el cerco que el Gobierno de Chávez —y de Maduro— han impuesto a esa universidad para asfixiarla.
Por actitudes como esas, a Merentes se le suele ver como la contraparte de Jorge Giordani, el dogmático ministro de Planificación y mentor intelectual de Hugo Chávez. Aunque entre ambos guardan relaciones cordiales, por lo general se interpreta el ascenso de la estrella de Merentes como una señal del eclipse de Giordani en el puesto de mando de la economía. La distancia profesional entre los dos catedráticos se acentuó desde 2010, cuando Merentes se opuso al acoso a las firmas de Bolsa impulsado por Giordani.
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