Juegan muñecas macabras en Miraflores.
Desde que Nicolás Maduro fue designado, a dedo, por el comandante golpista, comunista, resentido y toxicómano, como su sucesor, el país ha entrado en barrena. De una manera vertiginosa, impresionante, como final trágico de opereta bufa.
Jamás antes, Venezuela, en sus peripecias republicanas, había caído tan bajo. Ni siquiera los escribanos convertidos en Presidentes del siglo XIX, de la época de macheteros, habían rebajado la función de gobierno a los niveles de ignorancia procaz de Nicolás Maduro. Sometidos, como estamos, a la espiral del absurdo, debemos detener esta farsa.
La casa de gobierno venezolana se ha convertido en una especie de "casa de muñecas" para que "Doña" Cilia y su consorte, hagan de las suyas con toda una nación postrada por la anarquía e impunidad que reinan, administradas desde ese absurdo llamado "revolución", en pleno siglo XXI.
El servicio de té que les permite interpretar los papeles del padre y madre de la nación postrada, en las cálidas tardes del hogar de "Misia" Jacinta, conforman un desencuentro histórico que debe ser detenido urgentemente.
Juegan a ser los herederos de una dinastía indígena, elemental y violenta, que pretende revolcarnos en el estiércol de la barbarie pre-colombina. Juegan a ser los progenitores de una tribu de elementales que solo buscan la revancha para saciar sus bajos y elementales instintos.
Este jueguito de muñecas a la comunistoide, cual zátrapas tropicalizados, emulando a los tiranos de Norcorea o Cuba, donde la voluntad de ellos accede a dimensiones impensables en la lógica democrática, nos hace llamar a la movilización de la dignidad, del decoro republicano, para detener esta locura.
No podemos dejar pasar ni un día mas de esta barbaridad. Basta ya! Son 15 años de degradación moral, material e histórica que deben terminar.
Es un llamado en nombre de los fallecidos, de los emigrados, de los encarcelados, de los marginados, de los perseguidos, de los temerosos, de los valerosos, de los acorralados y de los niños que serán herederos de nuestras acciones heroicas y ejemplarizantes, o siervos de la pasividad cómplice y cobarde.
Jamás antes, Venezuela, en sus peripecias republicanas, había caído tan bajo. Ni siquiera los escribanos convertidos en Presidentes del siglo XIX, de la época de macheteros, habían rebajado la función de gobierno a los niveles de ignorancia procaz de Nicolás Maduro. Sometidos, como estamos, a la espiral del absurdo, debemos detener esta farsa.
La casa de gobierno venezolana se ha convertido en una especie de "casa de muñecas" para que "Doña" Cilia y su consorte, hagan de las suyas con toda una nación postrada por la anarquía e impunidad que reinan, administradas desde ese absurdo llamado "revolución", en pleno siglo XXI.
El servicio de té que les permite interpretar los papeles del padre y madre de la nación postrada, en las cálidas tardes del hogar de "Misia" Jacinta, conforman un desencuentro histórico que debe ser detenido urgentemente.
Juegan a ser los herederos de una dinastía indígena, elemental y violenta, que pretende revolcarnos en el estiércol de la barbarie pre-colombina. Juegan a ser los progenitores de una tribu de elementales que solo buscan la revancha para saciar sus bajos y elementales instintos.
Este jueguito de muñecas a la comunistoide, cual zátrapas tropicalizados, emulando a los tiranos de Norcorea o Cuba, donde la voluntad de ellos accede a dimensiones impensables en la lógica democrática, nos hace llamar a la movilización de la dignidad, del decoro republicano, para detener esta locura.
No podemos dejar pasar ni un día mas de esta barbaridad. Basta ya! Son 15 años de degradación moral, material e histórica que deben terminar.
Es un llamado en nombre de los fallecidos, de los emigrados, de los encarcelados, de los marginados, de los perseguidos, de los temerosos, de los valerosos, de los acorralados y de los niños que serán herederos de nuestras acciones heroicas y ejemplarizantes, o siervos de la pasividad cómplice y cobarde.
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